jueves, 1 de mayo de 2008

La imposición de los valores


No lo entiende el ex Almirante, que se aventuró a las aguas bravas de la política, y que aún titubea entre amarrarse al mástil, o desembarcar en el puerto más cercano. Su argumento detallado a algunos medios de comunicación, que la cantidad de Pastilla del Día Después entregada en los consultorios públicos es tan pocas, que a nadie debiera afectar el mandato inquisidor, me parece simple y pobre, para la envestidura del cargo de Senador.
Sin embargo, la reacción de nuestras mujeres y hombres; aunque no sean, y quizás tampoco serán consumidores de este anticonceptivo de emergencia; habla muy bien de ellos, de su nivel de madurez y de evolución de conciencia.
Restringir, coartar o negar el ejercicio de la libertad, de obrar en conciencia, de decidir el futuro de su vida y de planificar su propia natalidad, ofende la inteligencia de los chilenos y chilenas. Así, la resolución del Tribunal Constitucional, pudiera interpretarse como un grave atentado a los derechos humanos de nuestras mujeres.
La imposición dogmática de valores, que se ocultan en dictámenes inapelables; que se revisten de los ropajes del derecho; no es más que un eufemismo a la imposición descarnada de creencias dominadas por la fe, que no pueden resistir la tentación mesiánica, reveladora y hegemónica a toda la sociedad.
Un credo, un valor, una creencia, independiente a la religión o corriente filosófica a la que pertenezca, debe ser respetada. Sus miembros tienen todo el derecho a expresarse libremente. La delgada línea que no debiera ser traspasada nunca, es la tentación a imponer a los demás su verdad, utilizando para ello cualquier método de fuerza o coerción, sea física o psicológica.
En pleno siglo XXI, los hechos basados en la evidencia científica, deben nutrir el conocimiento humano, entregando elementos objetivos, comprobables y reproducibles; de modo que las personas informadas, procedan respondiendo libremente a los dictámenes de su conciencia.
Chile ha desarrollado durante casi medio siglo una política de planificación familiar, que acompañada de un crecimiento económico y de un sistema de protección social, conduce al país en la senda del desarrollo, disminuyendo progresivamente los chilenos sumidos en la pobreza.
Destruir esta política de Salud Pública; como fue lo solicitado por un grupo de Diputados de la Alianza por Chile y acogido parcialmente por el Tribunal Constitucional; es un acto regresivo, de involución, que nos retrotrae a épocas de oscurantismos, que creíamos superadas.
Después de estas escasas líneas será fácil comprender, porque la conciencia de las personas se ofende cuando se vulneran derechos, que la evolución de la humanidad ha dejado atrás, en aquella senda que no se ha de volver a pisar.

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